La angustia, la ira, la rabia, el llanto, la alegría, desesperación,
miedo, coraje, son parte de las tantas emociones que nos
atraviesan día a día, algunas nos conectan con un disfrute,
otras nos impiden afrontar nuestros quehaceres con calma y
claridad. Algunas nos serenan mientras otras nublan la visión
y duelen profundamente. Sin embargo, las necesitamos a
cada una de ellas... o no? Y si no existieran?
Han habido escritos y películas en ciencia ficción que hablan de un mundo sin emociones, y sería bajo sus proyecciones, algo catastrófico. Vivir sería una simple existencia, algo puramente funcional, mecánico sin la capacidad de sentir amor, dicha o felicidad. Sin embargo, aún sabiendo lo necesarias que son, tenemos emociones con las que se nos dificulta convivir, y que desearíamos no haber experimentado siquiera, son tan fuertes que pueden arrancarnos la vida, y generan un dolor que quita hasta el aliento.
Las emociones son reacciones psíquicas de intensidad particular, que actúan sobre la conducta motora y van acompañadas de fenómenos orgánicos, especialmente de naturaleza neurovegetativa ( es decir, de funciones involuntarias de las vísceras, tales como frecuencia cardiaca y respiratoria, digestión, salivación, sudoración, dilatación de las pupilas, micción y excitación sexual involuntaria, se genera por impulsos nerviosos en la médula espinal, tallo cerebral e hipotálamo). Asumen una función de dirección del comportamiento, como una base de ideas, reflexiones o valoraciones, y una función energética, es decir, con qué actitud realizaré las cosas que quiero hacer durante el día.
Cómo surgen?
Surgen como consecuencia de las percepciones y valoraciones de la persona que permiten vincular acontecimientos del medio con la satisfacción o insatisfacción de sus necesidades o motivaciones, por lo que se relacionan con las decisiones anticipadas de las acciones, con el trayecto y resultado de la acción. (García Ucha. F, 2004)
Cabe preguntar, podemos liberarnos de ellas? podemos borrarlas?.
La respuesta está en cómo aprender a gestionarlas mejor, y para eso afortunadamente hay muchos caminos, diversas técnicas, pero sin duda lo principal es el auto-conocimiento para acercarnos a este objetivo. Gestionar el estrés es la clave para poder funcionar cuando tenemos mucha presión o mucha carga de tareas. Brindar una salida de algún modo al estrés, es una buena herramienta para preveer problemas de ansiedad.
Las emociones dan tonos y colores distintos a la vida, en el terreno de la salud el papel de las emociones negativas como la ansiedad, el estrés y la ira, se conciben como factores de riesgo desencadenantes de la enfermedad. Desde Selye (1936), pionero en la investigación de los efectos del estrés en la etiología de numerosas enfermedades, hasta Lazarus y Folkman (1991), consideran que la forma de interpretar y afrontar las situaciones problemáticas son básicas en el desarrollo de las enfermedades, destacando la importancia del -estado emocional- como factor de riesgo.
El papel de las emociones no se restringe al de un factor precipitante o causante de la enfermedad, sino que también influye en su desarrollo, agravamiento y cronicidad. Entre las emociones más estudiadas se encuentran la ira, el estrés, la depresión y la ansiedad (Ivancevich y Matteson, 1992). Tomando, por ejemplo, el estudio de la ansiedad, se ha planteado que equivale a una forma de estrés potencialmente dañino, resultado de un sentimiento persistente de fracaso o de frustración ante las tareas a ejecutar, y genera diversos tipos de sentimientos de infortunio, en sus formas agudas y crónicas.
Si quieres saber más sobre el estrés te dejo el link de éste otro artículo